Cáncer de hígado

¿Qué es?

El cuerpo está formado por millones de células, de diferentes tipos tamaños y funciones. Estas células se dividen, formando los tejidos y los órganos. Cuando las células envejecen o sufren algún daño, mueren y son reemplazadas por otras nuevas.

En algunas ocasiones, puede ocurrir que este proceso se descontrole. Las células contienen material genético, conocido como ADN, que determina la manera en que cada célula crece y se divide y se relaciona con las demás. Cuando este material se daña o se altera, lo que se conoce como mutación, el crecimiento y la división celular se ven alteradas, no produciéndose la muerte de las mismas. Así, las células no mueren cuando deberían morir y se crean células nuevas que el cuerpo no necesita. Estas células sobrantes forman lo que se conoce como tumor, escapando de los mecanismos de control del sistema inmune. Cuando las células de este tumor tienen la capacidad de diseminarse invadiendo otros tejidos cercanos, hablamos de tumor maligno o cáncer.

En la mayoría de los casos el cáncer de hígado se origina en el contexto de enfermedad hepática ya sea hepatitis crónica o cirrosis.  Aunque el cáncer de hígado también puede originarse en hígados normales, solo un 10-20% de los pacientes afectados no tenían cirrosis y una pequeña proporción del mismo se origina en hígados absolutamente normales.

Información redactada en colaboración con El Grupo Español de Pacientes con Cáncer (GEPAC)

En la siguiente tabla se muestran los síntomas más comunes asociados al cáncer de hígado. Hay que resaltar que algunos de ellos pueden o no  darse con frecuencia en función del tipo y, sobre todo, de la extensión del tumor. Por ello es recomendable asistir al médico de atención primaria ante la aparición de algunos de estos síntomas, especialmente si se prolongan en el tiempo, para poder realizar un diagnostico precoz y proporcionar el tratamiento más adecuado.

  • Dolores abdominales

  • Sensación de presión o plenitud en la parte superior del abdomen.

  •  Pérdida de peso.

  • Ictericia: Coloración amarillenta en la piel, conjuntiva de los ojos, y membranas mucosas;

  • Murmullo vascular: Ruido anormal que se ausculta como resultado del flujo turbulento en un vaso sanguíneo reducido.

  • Ascitis

  • Sangrado esofágico

  • Fiebre de origen desconocido

Información redactada en colaboración con El Grupo Español de Pacientes con Cáncer (GEPAC)

Síntomas

En el momento del diagnóstico, aproximadamente el 40% de los pacientes no presentan síntomas, ya que la mayor parte de los síntomas asociados al cáncer de hígado  no ocurren hasta que la enfermedad es avanzada.

Los síntomas son inespecíficos y están fundamentalmente relacionados con la enfermedad crónica hepática si se desarrollan en este contexto. En los pacientes con cirrosis hepática que sin una causa aparente desarrollan ascitis, encefalopatía hepática, sangrado por varices esofágicas o fiebre de origen desconocido debe investigarse la presencia de CHC.

La ictericia puede deberse a la compresión de la vía biliar o debido a la infiltración tumoral difusa del hígado, aunque principalmente se deberá a la enfermedad crónica hepática de base.

Raramente, los tumores pueden romperse dentro de la cavidad peritoneal causando hemorragia intraperitoneal y peritonitis. En tumores grandes bien vascularizados puede auscultarse un murmullo vascular en la zona del hígado en un 25% de los pacientes.

Raramente, la trombosis de la vena hepática o de la vena cava inferior serán una manifestación inicial del CHC.

Tratamientos

La mejor opción para curar el cáncer de hígado consiste en una resección quirúrgica (extirpación del tumor con cirugía) o un trasplante de hígado. Si la extirpación de todo el cáncer en el hígado es finalizada, usted tendrá el mejor pronóstico. Los cánceres de hígado pequeños también se pueden curar con otros tipos de tratamiento, como la ablación o la radiación.

Hepatectomía parcial

Una hepatectomía parcial es una cirugía para extraer el hígado por completo. Solo las personas con buena función hepática que están lo suficientemente sanos como para la cirugía y que tienen un solo tumor que no ha crecido en los vasos sanguíneos puede someterse a esta operación.

Primero se realizan estudios por imágenes, como CT o MRI con angiografía, para ver si el cáncer se puede extraer completamente. Aun así, algunas veces se descubre durante la cirugía que el cáncer es demasiado grande o se ha propagado muy lejos como para extraerlo de modo que la cirugía planeada no se puede llevar a cabo.

La mayoría de los pacientes con cáncer de hígado en los Estados Unidos también padecen cirrosis. En alguien con cirrosis grave, la extirpación de incluso una pequeña cantidad de tejido del hígado en los bordes de un cáncer podría no dejar suficiente hígado como para desempeñar las funciones importantes.

Normalmente, las personas con cirrosis son candidatas para la cirugía cuando tienen un tumor único (que no ha crecido en los vasos sanguíneos) y cuando se estima que seguirán teniendo una cantidad razonable de función hepática (al menos 30%) después de la extirpación del tumor. Los médicos a menudo evalúan esta función al asignar la puntuación “Child-Pugh” (consulte Etapas del cáncer de hígado), que mide la cirrosis según ciertas pruebas de laboratorio y síntomas.

Los pacientes en clase A de la puntuación Child-Pugh tienen más probabilidad de tener suficiente función hepática para someterse a una cirugía. Los pacientes en clase B tienen menos probabilidad de poder someterse a cirugía. Por lo general, la cirugía no es una opción para pacientes en clase C.

Ablación para el cáncer de hígado

La ablación destruye el tumor del hígado sin extirparlo. Estas técnicas se pueden emplear en pacientes que tienen pocos tumores pequeños, y cuando la cirugía no es una buena opción de tratamiento (a menudo debido a un estado pobre de salud o función hepática reducida). En comparación con la cirugía, estas técnicas ofrecen menos probabilidades de curar el cáncer, aunque aún pueden ser muy útiles para algunas personas. Estos tratamientos también se usan en pacientes que esperan un trasplante de hígado.

La ablación se emplea mejor para tumores que miden menos de 3 cm de ancho (un poco más de una pulgada). Para tumores que miden un poco más (de 1 a 2 pulgadas, o de 3 a 5 cm de ancho), se puede usar junto con la embolización. Debido a que la ablación a menudo destruye algo del tejido normal que rodea el tumor, puede que ésta no sea una buena opción para tratar los tumores cercanos a los principales vasos sanguíneos, al diafragma, o a las vías biliares principales.

Las personas que reciben este tipo de tratamiento por lo general no necesitan hospitalización. A menudo, la ablación se puede hacer sin cirugía mediante una aguja o una sonda insertada en el tumor a través de la piel. La aguja o sonda es guiada hacia el lugar usando una ecografía o una CT. A veces, sin embargo, para asegurarse de que el tratamiento está dirigido al lugar correcto, la ablación se puede hacer en el quirófano bajo anestesia general (usted está dormido) y puede necesitarse una incisión (corte) como la de una hepatectomía parcial .

  • Ablación por radiofrecuencia

    La ablación por radiofrecuencia es uno de los métodos de ablación más comunes para los tumores pequeños. Utiliza ondas de radio de alta energía. El médico inserta una sonda delgada parecida a una aguja en el tumor a través de la piel. Entonces se pasa una corriente eléctrica de alta frecuencia a través del extremo de la sonda, lo que calienta el tumor y destruye las células cancerosas.

  • Ablación por microondas

    La ablación por microondas utiliza la energía de las ondas electromagnéticas para calentar y destruir el tumor usando una sonda.

  • Crioablación (crioterapia)

    La crioablación destruye un tumor mediante congelación usando una sonda de metal delgada. La sonda se guía hacia el tumor y luego se pasan gases muy fríos a través de la sonda para congelar el tumor, lo que provoca la muerte de las células cancerosas.

  • Ablación con etanol (alcohol)

    También se le conoce como inyección percutánea de etanol (PEI). En este procedimiento, se inyecta alcohol concentrado directamente en el tumor para causar daño a las células cancerosas. A veces pueden necesitarse múltiples tratamientos de ablación con alcohol.

  • Efectos secundarios de la terapia de ablación

    Los posibles efectos secundarios después de la terapia de ablación incluyen dolor abdominal, infección en el hígado, fiebre y resultados anormales de pruebas hepáticas. Las complicaciones graves son poco comunes, pero es posible que ocurran.

También se están estudiando técnicas más recientes de ablación contra el cáncer de hígado.

Radioterapia para el cáncer de hígado

La radioterapia utiliza rayos X o partículas de alta energía para destruir las células cancerosas. Puede que no sea una buena opción para algunos pacientes cuyos hígados han sido afectados significativamente por enfermedades como la hepatitis o la cirrosis.

La radiación puede ser útil en el tratamiento de:

  • El cáncer de hígado que no se puede extraer mediante cirugía

  • El cáncer de hígado que no puede tratarse con ablación o embolización o que no responde bien a esos tratamientos

  • El cáncer de hígado que se ha propagado a otras áreas, como los huesos o el cerebro.

  • Las personas con dolor debido a los cánceres de hígado grandes

  • Las personas con un trombo tumoral (una acumulación de células cancerosas del hígado) que bloquea la vena porta.

Inmunoterapia para el cáncer de hígado

La inmunoterapia es el uso de medicinas para ayudar al sistema inmunitario de una persona a encontrar y destruir las células cancerosas. Esta terapia se puede utilizar para tratar a algunas personas con cáncer de hígado avanzado.

  • Inhibidores de puestos de control inmunitarios

    Una característica importante del sistema inmunitario es su capacidad de evitar que él mismo ataque a otras células normales en el cuerpo. Para hacer esto, el sistema inmunitario utiliza “puestos de control” que son proteínas en las células inmunitarias que necesitan ser activadas (o desactivadas) para iniciar una respuesta inmunitaria. En ocasiones, las células cancerosas usan estos puestos de control para evitar ser atacadas por el sistema inmunitario. Medicamentos más recientes que están diseñados para dirigirse a estos puestos de control tienen un futuro prometedor como tratamientos contra el cáncer hepático.

  • Inhibidores de la PD-1 y la PD-L1

    La PD-1 es una proteína de los puestos de control inmunitarios que se encuentra en las células inmunes llamadas células T. Cuando la PD-1 se adhiere a la PD-L1, una proteína que se encuentra en otras células del cuerpo, funciona como un tipo de “interruptor de encendido” que básicamente le dice a la célula T que no le haga nada a la otra célula. Algunas células cancerosas tienen grandes cantidades de PD-L1, lo que les ayuda a evitar un ataque inmune. Los medicamentos que tienen como blanco a la PD-1 o la PD-L1 pueden bloquear esta unión y aumentar la respuesta inmunitaria contra las células cancerosas.

    El atezolizumab (Tecentriq) y el durvalumab (lmfinzi) actúan sobre la proteína PD-L1. El bloqueo de esta proteína puede ayudar a estimular la respuesta inmunitaria contra las células cancerosas. Esto puede disminuir el tamaño de algunos tumores o desacelerar el crecimiento.

    El atezolizumab se puede emplear junto con el medicamento de terapia dirigida bevacizumab (Avastin) como el tratamiento inicial para el cáncer de hígado que no pueda ser tratado con cirugía o que ya se haya propagado hacia otros órganos.

    El durvalumab se puede emplear junto el medicamento quimioterapéutico tremelimumab (Imjudo) como primera línea de tratamiento contra el cáncer de hígado que no pueda ser extirpardo quirúrgicamente.

    Estos medicamentos son administrados mediante infusión intravenosa (IV) cada 2, 3 o 4 semanas.

    El pembrolizumab (Keytruda) y el nivolumab (Opdivo) son medicamentos que se dirigen a la PD-1, lo cual puede ayudar a estimular la respuesta inmunológica contra las células cancerosas. Esto puede disminuir el tamaño de algunos tumores o desacelerar el crecimiento.

    Estos medicamentos pueden utilizarse en personas con cáncer de hígado que previamente hayan recibido tratamiento (como con el medicamento de terapia dirigida, sorafenib [Nexavar]). El pembrolizumab puede usarse por sí solo, mientras que el nivolumab es usado junto con el ipilimumab (ver a continuación).

    Se administran por infusión intravenosa (IV), normalmente cada 2, 3, 4 o 6 semanas.

  • Inhibidor CTLA-4

    El ipilimumab (Yervoy) y el tremelimumab (Imjudo) son otro tipo de medicamentos que estimulan la respuesta inmunitaria, pero tienen un objetivo diferente que consiste de bloquear la CTLA-4, otra proteína en las células T que normalmente ayuda a mantenerlas en control.

    El tremelimumab se puede emplear junto con el medicamento de inmunoterapia durvalumab como primera línea de tratamiento contra el cáncer de hígado que no pueda ser extirpado quirúrgicamente. La administración es mediante infusión por vía intravenosa (IV) cada 4 semanas.

    El Ipilimumab se puede usar en combinación con nivolumab para tratar el cáncer de hígado que previamente se ha tratado con (tal como el medicamento de terapia dirigida sorafenib). Este medicamento se administra como infusión intravenosa (IV), generalmente una vez cada 3 semanas a través de los cuatro ciclos del tratamiento.

Quimioterapia para el cáncer de hígado

La quimioterapia (quimio) consiste en el tratamiento con medicamentos que destruyen las células cancerosas. La quimioterapia puede ser una opción para las personas con cánceres de hígado que no se pueden tratar con cirugía, no han respondido a terapias locales, como la ablación o la embolización, o cuando la terapia dirigida ya no es útil.

¿Qué medicamentos de quimioterapia se utilizan para el cáncer de hígado?

Desafortunadamente, la mayoría de los medicamentos de quimioterapia no tienen un gran efecto sobre el cáncer de hígado. Los avances recientes han demostrado que una combinación de medicamentos puede ser más útil que el uso de un solo fármaco quimioterapéutico. Aun así, estas combinaciones de medicamentos solo encogen un pequeño número de tumores, y las respuestas a menudo no duran mucho tiempo. Además, la mayoría de los estudios demuestran que la quimioterapia sistémica no ha ayudado a los pacientes a vivir por más tiempo.

Algunos de los medicamentos de quimioterapia más comunes para tratar el cáncer de hígado son:

  • Gemcitabina (Gemzar)

  • Oxaliplatino (Eloxatin)

  • Cisplatino

  • Doxorrubicina (doxorrubicina liposomal pegilada)

  • 5-fluorouracilo (5-FU)

  • Capecitabina (Xeloda)

  • Mitoxantrona (Novantrone)

En ocasiones, se usan combinaciones de dos o tres de estos medicamentos. GEMOX (gemcitabina más oxaliplatino) es una opción para las personas que son bastante saludables y pueden tolerar más de un medicamento. La quimioterapia basada en 5-FU, por ejemplo con FOLFOX (5-FU, oxaliplatino y leucovorina), es otra opción para las personas con enfermedad hepática grave.

¿Cómo se administra la quimioterapia?

Usted puede recibir quimioterapia de diferentes maneras:

Quimioterapia sistémica

Los medicamentos se administran en una vena (IV o vía intravenosa) o por la boca. Estos medicamentos entran al torrente sanguíneo y alcanzan casi todas las áreas del cuerpo, haciendo que sean potencialmente útiles contra los cánceres que se han propagado a otras partes del cuerpo.

Para la quimioterapia IV, es necesario colocar un catéter ligeramente más grande y más resistente en el sistema venoso para administrar la quimioterapia. Estos se conocen como catéteres venosos centrales (CVC) que también se denominan dispositivos de acceso venoso central o líneas centrales. Se utilizan para administrar medicamentos, productos sanguíneos, nutrientes o fluidos directamente en la sangre. Estos catéteres también pueden usarse para la extracción de sangre que se utilizará para realizar pruebas. Existen muchas clases diferentes de CVC. Los dos tipos más comunes son el puerto y la línea PICC.

Los doctores administran la quimioterapia en ciclos, en los que cada período de tratamiento es seguido por un período de descanso para permitir que se recupere de los efectos secundarios de los medicamentos. Generalmente, los ciclos duran 2 o 3 semanas. El plan varía en función de los medicamentos que se usen. Por ejemplo, con algunos medicamentos, la quimioterapia se administra solamente el primer día del ciclo. Otros medicamentos se administran por varios días consecutivos, o una vez por semana. Luego, al final del ciclo, el programa de quimioterapia se repite para comenzar el próximo ciclo.

El tratamiento del cáncer de hígado avanzado se basa en cuán bien esté surtiendo efecto y qué efectos secundarios usted presente.

Quimioterapia regional

Los medicamentos se administran directamente a la arteria que conduce hasta la parte del cuerpo con el tumor. Este método enfoca la quimioterapia a las células cancerosas de dicha área. Además, reduce los efectos secundarios al limitar la cantidad de medicamento que alcanza el resto del cuerpo. La infusión en la arteria hepática, o quimioterapia que se administra directamente en la arteria hepática, es una quimioterapia regional que se puede utilizar para el cáncer de hígado.

Trasplante de hígado

Cuando está disponible, un trasplante de hígado puede ser la mejor opción para algunas personas con cáncer de hígado. Los trasplantes de hígado pueden ser una opción para las personas que tengan tumores que no se pueden extirpar con cirugía, ya sea debido a la localización de los tumores o debido a que el hígado está tan afectado como para que el paciente soporte la extirpación de parte de este. En general, se hace un trasplante para tratar a pacientes con tumores pequeños (ya sea un tumor que mide menos de 5 cm de ancho o de dos a tres tumores que miden menos de 3 cm) que no han crecido hacia los vasos sanguíneos adyacentes. En pocas ocasiones, también puede ser una opción para pacientes con cánceres resecables (cánceres que se pueden extraer completamente). Con un trasplante, no sólo se reduce significativamente el riesgo de un segundo cáncer de hígado, sino que el hígado nuevo funcionará normalmente.

De acuerdo con la Organ Procurement and Transplantation Network, alrededor de 1,000 trasplantes de hígado se realizaron en personas con cáncer de hígado en los Estados Unidos en 2016, año con las cifras más recientes disponibles. Desafortunadamente, las oportunidades para un trasplante de hígado son limitadas. Solo alrededor de 8,400 hígados están disponibles para trasplante cada año, y la mayoría de estos se usa en pacientes con enfermedades distintas a cáncer de hígado. El aumento en el conocimiento sobre la importancia de la donación de órganos es una meta de salud pública esencial que puede hacer que este tratamiento esté disponible a más pacientes de cáncer de hígado y de otras enfermedades graves del hígado.

La mayoría de los hígados usados para trasplantes provienen de personas que han acabado de fallecer. Sin embargo, algunos pacientes reciben parte de un hígado para trasplante proveniente de un donante vivo (generalmente un familiar cercano). El hígado puede regenerar algo de su función perdida con el paso del tiempo si parte de este se ha extraído. Aun así, la cirugía conlleva algunos riesgos para el donante. En los Estados Unidos, cada año se realizan alrededor de 370 trasplantes de hígado de donantes vivos. Solo un pequeño número de ellos es para pacientes con cáncer de hígado.

Las personas que necesitan un trasplante tienen que esperar hasta que un hígado esté disponible, y esto puede ser demasiado tiempo para algunas personas con cáncer de hígado. En muchos casos, una persona puede recibir otros tratamientos, como embolización o ablación, mientras espera por un trasplante de hígado. O los médicos podrían sugerir primero cirugía u otros tratamientos y luego un trasplante si el cáncer regresa.

Terapia de embolización para el cáncer de hígado

La embolización es un procedimiento en el que se inyectan sustancias directamente en una arteria en el hígado para bloquear o reducir el flujo de sangre al tumor.

El hígado es especial porque tiene dos fuentes sanguíneas. La mayoría de las células normales del hígado se alimentan de la vena porta, mientras que el cáncer en el hígado se alimenta principalmente de la arteria hepática. Al bloquear la parte de la arteria hepática que alimenta el tumor, se ayuda a eliminar las células cancerosas, pero deja la mayoría de las células sanas del hígado sin afectar debido a que estas obtienen el suministro de sangre de la vena porta.

La embolización es una opción para algunos pacientes con tumores que no pueden extirparse mediante cirugía. Se puede usar en personas con tumores que son demasiado grandes como para ser tratados con ablación (generalmente miden más de 5 cm de ancho) y en personas con función hepática adecuada. También puede emplearse con la ablación. La embolización puede reducir en algo el suministro de sangre al tejido normal del hígado. Por lo tanto, puede que esta no sea una buena opción para algunos pacientes cuyos hígados han sido afectados por enfermedades, como hepatitis o cirrosis. Aún no está claro qué tipo de embolización tiene el mejor resultado a largo plazo.

Las personas que reciben este tipo de tratamiento por lo general no necesitan hospitalización.

  • Embolización transarterial (TAE)

    Durante la embolización transarterial, se coloca un catéter (un tubo flexible y delgado) en una arteria a través de un pequeño corte en la parte interna del muslo y se guía hasta la arteria hepática en el hígado. Por lo general, se inyecta un tinte en el torrente sanguíneo para permitir al médico vigilar el paso del catéter. Una vez que se coloca el catéter, se inyectan pequeñas partículas en la arteria para taparla, bloqueando el oxígeno y los nutrientes importantes del tumor.

  • Quimioembolización transarterial (TACE)

    La quimioembolización transarterial suele ser el primer tipo de embolización que se utiliza para los cánceres de hígado grandes que no se pueden tratar con cirugía o ablación. Combina la embolización con quimioterapia (quimio). Con mucha frecuencia, esto se hace administrando quimioterapia a través del catéter directamente en la arteria, luego tapando la arteria, para que la quimioterapia pueda permanecer cerca del tumor.

  • Quimioembolización con esferas que liberan medicamentos (DEB-TACE)

    Esta quimioembolización combina la embolización de TACE con esferas que liberan medicamentos (pequeñas partículas que contienen un medicamento de quimioterapia). El procedimiento es esencialmente el mismo que el TACE, excepto que la arteria se bloquea después de inyectar las esferas que liberan el medicamento. Debido a que la quimioterapia está físicamente cerca del cáncer y debido a que las esferas liberan lentamente la quimioterapia, es más probable que las células cancerosas se afecten y mueran. Los medicamentos de quimioterapia más comunes utilizados para TACE o DEB-TACE son mitomicina C, cisplatino y doxorrubicina.

  • Radioembolización (RE)

    La radioembolización combina la embolización con la radioterapia. Este tratamiento se realiza al inyectar en la arteria hepática unas pequeñas esferas radiactivas (microesferas) que tienen un isótopo radiactivo (itrio-90) adherido. Una vez inyectadas, las esferas se alojan en los vasos sanguíneos cercanos al tumor donde emiten pequeñas cantidades de radiación hacia el lugar donde está el tumor por varios días. La radiación se desplaza a una distancia muy corta de modo que sus efectos son limitados principalmente al tumor.

Posibles efectos secundarios de la embolización

  • Las posibles complicaciones después de la embolización incluyen:

  • Dolor abdominal

  • Fiebre

  • Náuseas

  • Infección en el hígado

  • Coágulos de sangre en los principales vasos sanguíneos del hígado

  • A veces, puede tomar de 4 a 6 semanas para recuperarse completamente del procedimiento. Debido a que el tejido hepático sano puede ser afectado, existe un riesgo de que la función del hígado empeore después de la embolización. Este riesgo es mayor si se hace la embolización a una rama grande de la arteria hepática. Las complicaciones graves son poco comunes, pero es posible que ocurran.

Terapia de medicamentos dirigida para el cáncer de hígado

A medida que los investigadores descubren más cambios en las células que causan cáncer, desarrollan nuevos medicamentos diseñados para combatir estos cambios de manera específica. Los medicamentos de terapia dirigida funcionan de manera diferente a los medicamentos empleados en la quimioterapia convencional (descritos en Quimioterapia para el cáncer de hígado), y a menudo los efectos secundarios son distintos.

Al igual que la quimioterapia, estos medicamentos entran en el torrente sanguíneo y alcanzan todas las áreas del cuerpo, haciendo que sean potencialmente útiles contra el cáncer que se ha propagado a partes distantes del cuerpo. Debido a que la quimioterapia convencional no es muy eficaz en la mayoría de los pacientes con cáncer de hígado, los médicos se están enfocando más en el uso de medicamentos de terapia dirigida.

  • Inhibidores de cinasas

    Las cinasas son proteínas que están en la superficie de una célula o cerca de ella. Transportan señales importantes al centro de control de la célula. Muchos de los medicamentos de la terapia dirigida que se utilizan para tratar el cáncer de hígado son inhibidores de cinasa. Estos medicamentos bloquean varias proteínas de la cinasa, las cuales por lo general fomentan el crecimiento de las células tumorales en una de dos formas:

  • Algunas cinasas ayudan a que las células tumorales crezcan directamente.

  • Algunas cinasas ayudan a que los tumores formen nuevos vasos sanguíneos los cuales son necesarios para un mayor crecimiento de éstos (proceso también referido como angiogénesis).

  • El bloqueo de estas proteínas puede a menudo ayudar a detener el crecimiento de las células cancerosas.

  • Sorafenib (Nexavar) y lenvatinib (Lenvima)

  • Uno de estos medicamentos se puede utilizar como tratamiento inicial contra el cáncer de hígado si no es posible tratarlo con cirugía o si se ha propagado a otros órganos.

  • El sorafenib es una pastilla que se toma dos veces al día. El lenvatinib es una pastilla que se administra una vez al día.

  • El sorafenib puede funcionar mejor en personas con cáncer de hígado causado por la hepatitis C.

  • Regorafenib (Stivarga) y cabozantinib (Cabometyx)

    Estos medicamentos se pueden usar para tratar el cáncer de hígado en etapa avanzada, generalmente cuando otros tratamientos dejan de surtir efecto.

    El regorafenib es una pastilla que normalmente se toma una vez al día por 3 semanas, seguido de una semana sin el medicamento. Por otro lado, el cabozantinib es una pastilla que se administra una vez al día.

  • Efectos secundarios de los inhibidores de cinasas

    Entre los efectos secundarios comunes de estos medicamentos se incluye cansancio, pérdida del apetito, síndrome de pies y manos (enrojecimiento e irritación de las manos y los pies), hipertensión arterial, pérdida de peso, diarrea y dolor abdominal.

    Los efectos secundarios menos comunes, pero más graves pueden incluir problemas con la circulación de la sangre al corazón, sangrado, resultados anormales de pruebas de tiroides y perforaciones (orificios) en el estómago o los intestinos.

  • Anticuerpos monoclonales

    Los anticuerpos monoclonales son versiones sintéticas de proteínas del sistema inmunitario (anticuerpos) que son diseñadas para que se adhieran a un blanco específico. Los anticuerpos monoclonales usados en el tratamiento contra el cáncer de hígado afectan la capacidad del tumor de formar nuevos vasos sanguíneos, los cuales son necesarios para que los tumores puedan crecer más allá de cierto punto. Este proceso de formación de nuevos vasos sanguíneos para el crecimiento se conoce como angiogénesis, por lo que estos medicamentos a menudo son referidos como inhibidores de angiogénesis.

  • Bevacizumab (Avastin)

    El bevacizumab es un anticuerpo monoclonal que va dirigido al factor de crecimiento endotelial vascular (VEGF), una proteína que ayuda a los tumores a formar nuevos vasos sanguíneos. Este medicamento se puede emplear junto con el medicamento de inmunoterapia atezolizumab (Tecentriq) como el tratamiento inicial para el cáncer de hígado que no pueda ser tratado con cirugía o que ya se haya propagado hacia otros órganos.

    Se administra mediante infusión intravenosa (IV), por lo general cada 3 semanas.

  • Ramucirumab (Cyramza)

    El ramucirumab (Cyramza) es un anticuerpo monoclonal que va dirigido hacia la proteína receptora VEGF (VEGFR) sobre las células, lo cual puede ayudar a frenar la formación de nuevos vasos sanguíneos. Este medicamento se puede usar para tratar el cáncer de hígado en etapa avanzada, generalmente cuando otro tratamiento deja de surtir efecto.

    Se administra mediante infusión intravenosa (IV), por lo general cada 2 semanas.

Tratamiento del cáncer de hígado según la etapa

Aunque el sistema de clasificación por etapas (TNM) del AJCC (refiérase a Etapas del cáncer de hígado) se usa con frecuencia para describir con la propagación de un cáncer de hígado, los médicos utilizan un sistema más práctico para determinar las opciones de tratamiento. Los cánceres en el hígado a menudo son clasificados como:

  • Cáncer potencialmente resecable o tratable por trasplante

  • Cáncer irresecable (inoperable) que no se ha propagado

  • Cáncer avanzado

  • Cánceres de hígado potencialmente resecables o tratables por trasplante (etapa I y algunos cánceres en etapa II)

  • Potencialmente resecable

Si su cáncer está en una etapa temprana y el resto de su hígado está sano, la cirugía (hepatectomía parcial) podría curarle. Solo pocas personas con cáncer de hígado están en esta categoría. Los factores importantes que pueden afectar el resultado son el tamaño del tumor (o tumores) y si los vasos sanguíneos adyacentes están afectados. Los tumores más grandes o aquellos que invaden a los vasos sanguíneos tienen más probabilidad de regresar en el hígado y propagarse en cualquier otro lugar después de la cirugía. También es importante qué tan bien está funcionando su hígado y su salud general. Para algunas personas con cáncer de hígado en etapa temprana, el trasplante de hígado puede ser otra opción.

Actualmente, los estudios clínicos investigan si los pacientes que se someten a una hepatectomía parcial se beneficiarían de otros tratamientos además de la operación. Algunos estudios han encontrado que el uso de quimioembolización u otros tratamientos junto con cirugía puede ayudar a algunos pacientes a vivir por más tiempo. Se necesita más investigación para saber el valor (si alguno) de agregar otros tratamientos a la cirugía.

Potencialmente tratable por trasplante

Si su cáncer está en una etapa temprana, pero el resto de su hígado no está sano, es posible que pueda recibir tratamiento con un trasplante de hígado. El trasplante de hígado también puede ser una opción si el tumor se encuentra en una parte del hígado que dificulta extirparlo (como muy cercano a un vaso sanguíneo grande). Es posible que los candidatos para trasplante de hígado tengan que esperar mucho tiempo para que un hígado esté disponible. Mientras esperan, generalmente se les administran otros tratamientos, como ablación o embolización, para mantener el cáncer bajo control.

Cánceres irresecables (inoperables) que no se han propagado

Los cánceres irresecables incluyen los cánceres que aún no se han propagado a los ganglios linfáticos o a sitios distantes, pero que no se pueden extirpar con seguridad mediante hepatectomía parcial. Esto podría deberse a que:

  • El tumor es demasiado grande como para extirparlo con seguridad.

  • El tumor se encuentra en una parte del hígado que dificulta extirparlo (como muy cercano a un vaso sanguíneo grande).

  • Existen varios tumores o el cáncer se ha propagado por todo el hígado.

  • La salud del paciente no es lo suficientemente fuerte como para soportar la cirugía del hígado.

Las opciones de tratamiento incluyen la ablación, la embolización o ambas para el tumor o los tumores en el hígado. Otras opciones pueden incluir terapia dirigida, inmunoterapia, quimioterapia (sistémica o por infusión de la arteria hepática) y/o radioterapia. En algunos casos de estos cánceres, puede que el tratamiento encoja el tamaño del tumor o de los tumores lo suficiente de modo que la cirugía (hepatectomía parcial o trasplante) pueda ser posible.

Estos tratamientos son muy propensos a no curar el cáncer, pero pueden reducir los síntomas y podrían incluso ayudarle a vivir por más tiempo. Debido a que resulta difícil tratar a estos cánceres, es posible que los estudios clínicos de tratamientos más nuevos sean una buena opción en muchos casos.

Cánceres de hígado avanzados (con metástasis que incluye todos los tumores N1 o M1)

El cáncer de hígado avanzado se ha propagado a ganglios linfáticos o a otros órganos. Debido a que estos cánceres se propagan ampliamente, no se tratan con cirugía.

Para las personas cuyos hígados esté funcionando lo suficientemente bien (Clase A o B en la clasificación Child-Pugh), las opciones de tratamiento inicial podrían incluir:

  • El medicamento de inmunoterapia atezolizumab (Tecentriq) más el medicamento de terapia dirigida bevacizumab (Avastin)

  • Cual sea de los medicamentos de terapia dirigida sorafenib (Nexavar) o lenvatinib (Lenvima)

Si estos medicamentos ya no surten efecto, otros medicamentos de terapia dirigida, como el regorafenib (Stivarga), el cabozantinib (Cabometyx), o ramucirumab (Cyramza) son posibles opciones. Los medicamentos de inmunoterapia pembrolizumab (Keytruda), nivolumab (Opdivo) o nivolumab con ipilimumab (Yervoy) podrían también ser útiles.

Al igual que con el cáncer de hígado localizado e irresecable, puede que sean útiles los estudios clínicos de terapias dirigidas más recientes, de nuevos métodos de quimioterapia (nuevos medicamentos y nuevas formas de administrarla) y de nuevas formas de radioterapia, así como de otros tratamientos nuevos. Estos estudios clínicos también son importantes para mejorar los resultados de los futuros pacientes.

Los tratamientos, como radiación, también podrían ser usados para ayudar a aliviar el dolor y otros síntomas. Por favor, asegúrese de consultar con el equipo de profesionales de la salud que atiende su cáncer sobre cualquier síntoma que presente para que ellos puedan tratarlo eficazmente.

Cáncer de hígado recurrente

A un cáncer que regresa después del tratamiento se le llama recurrente. La recurrencia puede ser local (en o cerca del mismo lugar donde comenzó) o distante (propagación a órganos como los pulmones o los huesos). El tratamiento del cáncer de hígado que regresa después de la terapia inicial depende de muchos factores, incluyendo el lugar donde regresó, el tipo de tratamiento inicial, y cuán bien está funcionando el hígado.

Las personas con cáncer resecable que regresa en el hígado podrían ser candidatas para someterse a otra cirugía u otros tratamientos locales, como ablación o embolización.

Si el cáncer se propaga ampliamente, la terapia dirigida, la inmunoterapia o la quimioterapia pueden ser opciones. Es posible que los pacientes también deseen preguntarles a sus doctores si un estudio clínico puede ser adecuado para ellos.

También se puede dar tratamiento para aliviar el dolor y otros síntomas aliviar el dolor y otros efectos secundarios. Es importante que no olvide hablar con el equipo de profesionales de la salud que atiende su cáncer sobre cualquier síntoma que presente para que ellos puedan tratarlo eficazmente.

Información redactada en colaboración el American Cancer Institute en Estados Unidos

Nutrición

NUTRICIÓN Y CÁNCER DE HÍGADO - FUNHEPA